La afición por un equipo puede llevar a cometer locuras, o como mínimo a emprender expediciones de lo más peculiares. Que se lo digan a Giorgio Úcar, seguidor del Real Madrid de baloncesto que no dudó en vivir una enrevesada aventura para ver a su club en la Final Four de Belgrado. Su condición de estudiante le obliga a mirar con lupa cada euro que gasta y bajo esa premisa no dudó en volar a donde hiciera falta con tal de proteger la cartera. Ya de regreso en España, cuenta su odisea a OKDIARIO.
«La Final Four iba a ser en Berlín y ya teníamos alojamiento cogido (con cancelación gratuita afortunadamente) y más de un colega los vuelos comprados. Sin sentido, la Euroliga cambió la sede a dos meses de disputarse la Final Four. Ya teníamos muchos de nosotros el viaje organizado por lo que tocó cambiarlo por completo. En mi caso, no me quedó otra que buscarme la manera más económica posible, ya que soy aún estudiante y mi economía no me permite otra cosa», explica.
Sin embargo, no renunció a la Final Four tras aquel cambio de sede que la Euroliga dictaminó porque Alemania no garantizaba que se pudiera disputar con aforo completo. A dos días de que el Real Madrid se midiera con el Barcelona en las semifinales de la máxima competición europea, Úcar comenzó su expedición.
Cervezas en un pueblo alemán
«Cogí un vuelo a Mallorca el martes a las 8 de la mañana por tan sólo 10 euros. Allí vive un colega y pasé la noche en su casa. Al día siguiente volé a las 13:00 al aeropuerto de Frankfurt Hann, un aeropuerto muy pequeño donde tuve que hacer 6 horas de escala. Decidí visitar el pueblo que tiene al lado y ahí estuve conversando y tomándome alguna cerveza con unos paisanos alemanes. A las 22:00 aproximadamente cogí un vuelo que me dejó en Belgrado a las 0:00. Estos dos últimos vuelos salieron por un total de 37 euros», rememora.
Es decir, gastó apenas 47 euros en total para subirse a los tres aviones que le llevaron hasta la capital serbia 40 horas después de partir de Madrid. En Belgrado, alquiló un piso con otros tres amigos que llegaron procedentes del Budapest. Habían volado de Madrid a la capital húngara, donde cogieron un autobús hasta Belgrado. Un paseo al lado del trayecto de su colega.
«El alojamiento nos salió por 15 euros la noche a cada uno, costó mucho encontrar algo a este precio, pero el piso no estaba nada mal. Eso sí, el sitio donde estaba ubicado era algo peculiar. Afortunadamente la vida en Belgrado es muy económica, por lo que no hubo grandes gastos en la ciudad», explica.
Tras la decepción de la derrota del Real Madrid en la final ante el Anadolu Efes por un solo punto, llegó el momento de volver. Otra odisea. «Volé el domingo a las 13:00 hacia Malta con uno de los amigos con los que compartí piso. 27 horas de escala que sirvieron para conocer a fondo el país. Alquilamos un piso compartido que salió a 15 euros la noche por persona. Finalmente llegué el lunes por la noche a Madrid tras una paliza muy peculiar. Éstos dos últimos vuelos salieron a aproximadamente 45 euros. Una experiencia inolvidable», resume tras invertir apenas 92 euros para coger cinco vuelos durante la semana.
Por último, Úcar lamenta que otros clubes ayudan tanto a sus aficionados y en el mejor club del mundo los aficionados» no reciben «ninguna ayuda». «Los vuelos directos desde Madrid eran casi imposibles de comprar, unos precios desorbitados que no todo el mundo se puede permitir. A los socios del Olympiacos los vuelos directos les costaron 60 euros y el Barcelona financió bestialmente a sus aficionados, un club que está en bancarrota. Si el club pusiese un poco de su parte y ayudase a los suyos, estoy seguro de que la animación del Stark Arena hubiese sido otra historia», lamenta.
Ya en casa. Salí el martes a Mallorca, 24h de escala. Miércoles 6h de escala en un pueblo extraño de Alemania llegando a Belgrado a las 00:00. Domingo vuelta con escala de 27h en Malta. Todo por el @RMBaloncesto de la manera más económica posible. pic.twitter.com/MovWUoKXRo
— 𝕲𝖎𝖔𝖗𝖌𝖎𝖔🍻 (@Giorgio_1902) May 23, 2022